Pedro Lemebel
Y de tiempo en tiempo y de sol en sol, aparece Adolfo Torres Frías rodando con su arte plástico y apetitoso la esquiva latitud del corazón.
Este trovador errante , hilvana , pinta, graba, condimenta y modela sabores, religiones y colores como si reinventara el post paraíso en la fatalidad globalizada de estos tiempos.
Digo de cuando en cuando , de vez en vez , porque este creador aparece de pronto traficando los olores y excedencias mestizadas de su fragmentación , americana pirata, sagrada, profana y callejera por ahí camuflado de rasta rocoto, hippie ajo rapero zapallo y bandolero sentimental, hace su aparición en los mercados de las urbes para proyectar sus altares, sus vírgenes indias, sus ollas comunes, su repartija de sencillos manjares en la yaga cruel del mendigo hombre y del hambre hembra, el arte de Adolfo Torres Frías, se traviste de mercado verdulero para encarar lainjusticia del mercado capital. Su arte se produce, se come y se consume en la repartija generosa de su colorida calamidad.